Por JIBS
Hay personas cuya sola presencia ilumina los pasillos de una institución; otras dejan huellas tan profundas que se vuelven parte de la memoria colectiva. Piedad Cotes Ospina pertenece a ambas categorías. Hoy, en el día de su cumpleaños, celebramos no solo los años que ha vivido, sino la fuerza, la calidez y la valentía con que ha sabido vivirlos.
Trabajo que trasciende el deber
Para Piedad, el trabajo nunca ha sido un simple listado de funciones; es un acto de servicio. Quienes la han visto llegar a primera hora —cuando la bruma aún cubre el Atlántico— saben que su energía es inagotable. Con la misma convicción con la que deja sus propios asuntos en pausa, abraza las necesidades de la universidad, demostrando que el compromiso genuino no conoce horario de salida.
Una voz directa, un corazón noble
No hay reunión en la que Piedad no haga sentir la fuerza de su palabra. Habla de frente, sin rodeos, y por eso mismo despierta debates, sacude inercias y, a veces, alborota sensibilidades. Pero basta mirarla más de cerca para descubrir que tras esa franqueza se esconde un corazón generoso. Su crítica es dura solo porque su amor por la institución —y por las personas que la habitan— es todavía más grande.
Tejedora de comunidad
En los cafés improvisados de pasillo, Piedad es la chispa que enciende conversaciones memorables. En las jornadas maratónicas de trabajo, es la mano que reparte aliento y buen humor. Ha visto generaciones de estudiantes llegar con miedos y despedirse con sueños, y en todos ha dejado un guiño, un consejo o una anécdota que marca la diferencia. Allí radica su magia: cada interacción, por breve que sea, se convierte en un recuerdo que suma identidad a nuestra universidad.
Legado de autenticidad
Lo que hace de Piedad un verdadero personaje no es solo el resultado tangible de sus proyectos, sino el mensaje invisible que deja: la autenticidad importa. En tiempos de diplomacias calculadas, ella nos recuerda que la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace es el más poderoso acto de liderazgo.
Feliz cumpleaños, Piedad
Hoy soplas velas rodeada de quienes te queremos y admiramos. Que cada llama sea un símbolo de las causas que has encendido y de las luces que aún te quedan por prender. Gracias por tu entrega, tu valentía y tu humanidad. La Universidad del Atlántico —y todos los que la habitamos— celebramos tu vida con gratitud y orgullo.
¡Feliz cumpleaños, querida Piedad! Que la franqueza siga guiando tu voz y la nobleza tu camino.