POR GASPAR HERNANDEZ CAAMAÑO
AMOR ETERNO.
Robo el título de esta nota para rendir homenaje a la vida y a la música del Divo de Juárez, Juan Gabriel, que acaba de morir de un infarto, enluteciendo el espectáculo y dejando una huella para seguir cantando esas, sus canciones que le brotaron del alma, la de un ser humano especial. Siempre que he escuchado, en cualquier parte, la voz del mexicano me he detenido para disfrutarlo, como disfruto una obra de arte: con el asombro ante lo bueno, ante lo bello.
Entonces que la muerte de ese genio de la canción de lágrima, de dolor y de mucho, mucho amor, sea la posibilidad de decirles que hay que intentar tener, cerca o lejano, un amor eterno en la vida. No se cómo definir lo eterno. Lo perdurable. Y menos saber si podemos cultivar, en este corto mundo, un amor eterno. Pero la muerte de un ser querido siempre nos lanza a meditar sobre la eternidad, casi siempre, de ese hermoso momento en que disfrutamos lo bello de vivir.
Qué es lo eterno en la vida de un humano, que lo es porque sabe que debe morir? Seres para la muerte somos según Heidegger. Pero a pesar de ello, también somos eternos. Y entonces puedo decir que lo eterno es lo bueno que hacemos en cada momento. Lo bello que nos hace reír delgadamente. Por eso debemos intentar que nuestra vida sea una vida buena. Una bella vida. Y para lograrlo debemos cultivar el arte del amor por las cosas buenas. Las bellas como la música del mariachi y las letras de las canciones de Juan Gabriel. Escuchen sus violines.
Qué bueno tener un amor eterno, verdad? Tener siempre uno a alguien que abrazar o besar. Y hasta llorar silencioso a su lado. Lo eterno es lo que encanta en ese mismo instante en que lo tenemos. Por eso la eternidad es el momento en que disfrutamos lo que amamos. Amemos como gozamos cuando nos lavamos las manos, sabiendo que esa refrescante agua se nos escapa por los dedos, pero nos deja limpia las manos y el alma para salir orgullosos a abrazar lo que amamos. Adiós Juan Gabriel. Te amamos.
