CONFIANZA, FE, RESISTENCIA Y LEALTAD

Por Jaime Ivan Borrero Samper 

En los procesos verdaderamente trascendentales, no bastan los discursos ni las estrategias. Lo que sostiene una causa es la confianza, la fe, la resistencia y la lealtad. Cuatro palabras que resumen la esencia de lo que hemos vivido como comunidad universitaria en este proceso por la rectoría de la Universidad del Atlántico.

La confianza fue el punto de partida. Confianza en un liderazgo que no se impuso desde el poder, sino que se ganó desde el trabajo constante, la cercanía y los resultados. Confianza en un proyecto académico y humano que ha transformado a la Universidad con hechos, no con promesas vacías. Esa confianza se expresó con contundencia en las urnas: miles de estudiantes, profesores y trabajadores votaron por la continuidad de un proceso que ha dignificado la institución y la ha puesto nuevamente en el mapa del país.

La fe fue el motor que nos mantuvo firmes cuando otros intentaron sembrar la duda, la desinformación o el miedo. Tuvimos fe en la voz de la comunidad, en el poder del voto, en la justicia de una causa que no pertenece a un grupo, sino al conjunto de quienes soñamos con una universidad libre, crítica y moderna.

La resistencia fue el escudo ante la manipulación política y las presiones externas. Resistir ha significado mantenernos de pie cuando se quiso desconocer la voluntad popular. Resistir es seguir defendiendo lo que con esfuerzo y legitimidad conquistamos: el derecho de decidir quién debe ser nuestro rector. Cada intento por desvirtuar el resultado de la consulta universitaria es un golpe a la democracia y a la autonomía institucional.

Y la lealtad, quizás la más noble de las virtudes, ha sido el hilo que nos une. Lealtad con los principios, con los compañeros de lucha, con la verdad. Lealtad con un proyecto que ha demostrado con hechos que la Universidad del Atlántico no se vende ni se arrodilla ante intereses particulares.

Hoy, más que nunca, reafirmamos que la Universidad del Atlántico no está en venta, ni su autonomía es negociable. La consulta fue clara, la comunidad habló, y su voz no puede ser silenciada.

Confianza, fe, resistencia y lealtad no son solo palabras: son el legado moral de una comunidad que decidió hacerse respetar.

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