AMOR AL NIETO

 patio de los abuelos

Por Gaspar Hernández Caamaño

Iré al mar, al Mar Caribe, con el nieto. Le mostrare el horizonte sin fin. Le enseñare las olas descansando en la arena y pisare con él la playa para dejar huellas que la caminamos y corrimos juntos. Entender que el sol quema y el agua del mar es salada. Le contare de peces, corales y almorzaremos entre el calor del mediodía entre oleaje y risas. Y además, para celebrar por él y su compañía, beberé whiskies con hielo todo el día hasta perderme en el sueño de un abuelo feliz.

Por cada sonrisa y carcajada del nieto con nombres de Dios y de poeta me preguntare en cada libación QUE ES UN NIETO? Será un hijo doble o un nuevo despertar?. Pero sin equivoco responderé, que en cada mañana, mi nieto,  el nieto, es felicidad. Felicidad pura envasada en una figura que nos oxigena y nos hace gritar en cada amanecer. Gritar que estamos vivo y agradecido con esta vida que nos dio madre, padre, hija, hijos, compañía de sueños  y sudores. Y nieto. Un nieto es la vida repetida. Multiplicada. Es mi biología vuelta a crecer. Es el orgullo de vivir bien.

Y después de volver del mar visitado con el nieto, nadie me echara cuento sobre preocupaciones y trancones de transito. viviré nuevos días mostrando la foto donde el nieto y yo estamos nadando en el quieto mar de La Perla del Caribe. Tendremos, El y yo, una vida más robusta de complicidades. Puedo contarle a mis escasos amigos que un nieto es la multiplicación de la existencia. Y si tendría muchísimos nietos y nietas viviría eternamente como esos dioses de los amaneceres debajo de la Sierra Nevada.

Si la vida nos premia con uno o varios nietos estamos obligados a seguir siendo felices. Ningún amor es tan sanguineo como el que nos provoca la existencia dichosa de los nietos. Son y serán las otras vidas que viviremos más alla de morir como las algas, flotando en la superficie con honduras infinitas del Mar y cazar estrellas en los cielos de nuestros nuevos amores. Seremos infinitos con los nietos siempre felices en torno de los abuelos. No tengo mejor dicha que la me da el nieto. Bendición de una buena vida.

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