Siempre que llega Septiembre la gente adquiere otra sensibilidad pensando que este mes está dedicado, de día y de noche, a celebrar a el amor y a la amistad.Se asume esa novedosa sensación temporal con un actitud positiva en todos los órdenes sociales, en los hogares, en las escuelas, en las calles, en los comercios y en los lugares de trabajo diario los espacios colectivos son tomados literalmente por esa alegría de colores vivos, predomina el rojo encendido, flores, guirnaldas, chocolates, vinos, gustazos de manjares y exclusivos regalos. Es un mes de fiesta este Septiembre. En Barranquilla comienza Diciembre y los Carnavales.
Todo ese ambiente lo genera la dicha de amar y de ser amado. Pero esta fiesta terrena tiene unas protagonistas indudables: las mujeres. Sin ellas esta celebración no tendría el mismo sabor. Y pensando en las mujeres en esta fiesta obligada, por el comercio, del Amor y de la Amistad recordé unos párrafos que leí recientemente en el libro El Filósofo Interior, que recoge las conversaciones sobre el poder transformador de la filosofía de los filósofos Lou Marinoff y Daisaku Ikeda. Leanlo conmigo. Ikeda, japones, en la página El Poder de las Buenas Mujeres dice:
«Creo que la sociedad se revitalizaría muchísimo si supiera dar más cabida e inclusión a la sensibilidad y sabiduría flexible de las mujeres. Ralph Waldo Emerson exaltaba la conversación sagaz, culta y aguda de las mujeres; decía que «por todo esto y por su influencia social, las mujeres son las grandes civilizadoras de la humanidad. ¿Qué es la civilización? Yo digo que es el poder de las buenas mujeres»(pág. 35).
Y las buenas mujeres son las madres. Sin madres no hay civilización humana, sino selva. Y buenas mujeres son todas aquellas feminas repletas de comprensión a la vida. Existe guerra porque hemos olvidado a las mujeres buenas. Aprovechemos entonces este Septiembre rojo y hagamos una eterna celebración a las mujeres. A las que nos han dado la civilización, a las mujeres creadoras del Amor. Siempre el amor es una fiesta.