Por:JIBS
El reciente Consejo de Ministros, transmitido en vivo, dejó en evidencia algo que muchos ya veníamos notando: Gustavo Petro tiene un proyecto claro de transformación para Colombia, pero su equipo de gobierno no sabe cómo llevarlo a cabo.
La política no es solo voluntad y buenas ideas; es estrategia, ejecución y saber moverse en el tablero del poder. Y en este momento, el presidente está rodeado de ministros que no entienden cómo se juega esta partida.
«Un gobierno que no impone su agenda.»
Durante la reunión, Petro se mostró visiblemente frustrado al señalar que hay 145 compromisos incumplidos. No es un número menor. 145 oportunidades perdidas de demostrar que el cambio es real.
El problema no es que el gobierno no tenga un plan; el problema es que su equipo no sabe hacer política. No saben negociar, no saben presionar, no saben construir alianzas estratégicas para imponer las reformas y directrices que el país necesita. Y sin eso, no hay gobierno que funcione.
El presidente lo dijo con una frase contundente: «El presidente es revolucionario, el Gobierno no». Y ahí está la gran paradoja de este gobierno: una visión transformadora atrapada en manos de ministros que no saben ejecutarla.
«Francia Márquez: el arte de criticar sin resultados.»
Uno de los momentos más tensos del Consejo fue el enfrentamiento entre Petro y su vicepresidenta, Francia Márquez. En lugar de asumir su falta de gestión en el Ministerio de la Igualdad, se dedicó a cuestionar la designación de Armando Benedetti como jefe de despacho.
Pero, ¿con qué autoridad lo hace? Su ministerio ha sido uno de los más ineficaces, sin proyectos de gran impacto, sin una presencia fuerte en las decisiones del gobierno. Es fácil criticar desde la comodidad del discurso, pero la política exige resultados, no excusas.
Petro necesita operadores políticos, no simples funcionarios
Gustavo Petro no necesita ministros que gestionen como burócratas tradicionales. Necesita operadores políticos, gente con la capacidad de hacer que las cosas pasen.
Gobernar un país como Colombia es jugar una partida de ajedrez contra múltiples adversarios: la oposición, los poderes económicos, los sectores conservadores y los mismos intereses dentro del Estado. Para ganar esta partida, no basta con tener buenas intenciones; se necesita estrategia y ejecución.
Muchos en el gabinete parecen creer que el cambio llega por inercia, como si con solo estar en el poder las transformaciones se fueran a dar solas. Pero la política no funciona así. Hay que pelear cada reforma, construir cada alianza, presionar cada decisión. Y en eso, este gobierno ha fallado gravemente.
«La transparencia de Petro dejó en evidencia a su propio equipo»
Transmitir el Consejo en vivo fue una jugada arriesgada, pero necesaria. Petro le mostró al país quiénes son los responsables del estancamiento de muchas políticas.
Algunos dicen que podría haber violado la Ley 63 de 1923, que regula la publicidad de reuniones gubernamentales. Pero más allá de lo legal, esto expuso lo que realmente importa: el presidente quiere resultados, y su equipo no está respondiendo.
«El momento de la purga: ministros que no ejecutan, deben irse»
Después de este Consejo, no hay excusas para no hacer cambios en el gabinete. Si los ministros no son capaces de hacer política, deben dar un paso al costado. No se puede seguir esperando a que entiendan cómo se gobierna. El tiempo se agota, y con él, la paciencia del pueblo colombiano.
Petro tiene la oportunidad de hacer historia, pero para lograrlo necesita rodearse de quienes realmente sepan jugar en el tablero político. No de burócratas, no de idealistas sin peso en el poder. Necesita operadores, estrategas, gente con la capacidad de mover las piezas correctas en el momento preciso.
Este es el momento de demostrar si su gobierno es realmente el del cambio o si se quedará atrapado en su propia ineficacia. El ajedrez político sigue en marcha, y Petro aún tiene la oportunidad de hacer jaque mate. Pero solo si juega con las piezas correctas.