

OPINIÓN
Sra Directora: LA MENTIRA ES UN DERECHO, NO UN VIRUS, DE PERSONAS LIBRES.
Por. GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.
Ayer, sábado de Pascua, sentado en la puerta sin marco, que dá al patio con arboles de mi casa, leí su Editorial titulado «EL VIRUS DE LA MENTIRA», donde intenta dar, dogmaticamente, una lección ética de periodismo, en pleno siglo de las comunicaciones y el conociniento, todo cambiante.
La lectura me sorprendió por el tono del texto, cuasi apocalíptico, emótivo, en momentos de muchos miedos y abundantes «verdades» sobre el origen, desarrollo y futuro de una enfermedad respiratoria que somete, actualmente, al mundo en un «inventario de muertos».
Soy, al pensar, de mecha lenta. Lei. Doble el debil ejemplar, casi famélico, del diario El Heraldo y lo coloque en el estante de la vieja biblioteca donde algunos de mis libros soportan las brisas del río. Abrí uno de esos libros, «REPENSAR LA POBREZA. Un giro radical en la lucha contra la desigualdad global»(Taurus) y me dedique a leer confinado en mi propia casa con puertas y ventanas abiertas, por donde las brisas húmedas cargan al «enemigo invisible».
Debo decirlo, Sra Directora, LA MENTIRA ES UN DERECHO. UN DERECHO HUMANO. UN DERECHO DE LA DEMOCRACIA, UN DERECHO FUNDAMENTAL CONSTITUCIONALIZADO, QUE SOLO NIEGAN LAS DICTADURAS. Me explico.
Entonces, como derecho humano, no de sabios dioses inexistentes, la mentira no está proscrita ni del periodismo, ni de la vida personal o social, porque éste, el periodismo, no es un oficio de operaciones exactas, matemáticas, ni los humanos somos máquinas.
El periodismo es un oficio de hombres inmersos en realidades. De ahí que sea el mejor oficio del mundo, como lo definió un Premio Nobel muy citado en éstos tiempos de Peste. Un oficio creativo. Una mezcla infinita de realidad y pasión. Y en las pasiones humanas navega, invicta, la mentira. Ella es hija de la libertad de pensar, opinar, expresar ideas, hablar y enviar mensajes por whatsaap, ect, ect.
Con el mayor de mis respeto, Señora Directora, le invito a leer y analizar, si tiene tiempo, el artículo 20 de nuestra Constitución Política, norma que garantiza, como derecho fundamental, la mentira como obra o conducta de una persona libre. Solo los esclavos obedecen. Y no son estos tiempos para esclavos mentales.
En esa norma constitucional, de pura filosofía liberal, se alude a la garantía de «…informar y recibir información VERAZ E IMPARCIAL». Así mismo «Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad».
Es claro, si se asume dicha norma como fundamento jurídico-político del periodismo, que el fenómeno de LA VERDAD O VERACIDAD, es de la información, o sea del hecho real. No del periodista o de su oficio: el periodismo. El cual no solo se ejerce redactando noticias, de fuentes confiables, sino expresando ideas, opiniones. Su editorial es una opinión, que como tal es controvertible en una democracia que no admite CENSURA alguna (art. 20 constitucional).
Qué significa que se garantice el derecho de rectificación, réplica o respuesta?. Para mi, que existen informaciones parcializadas, MENTIROSAS, falsas, amañadas, pagadas, desinformadas o mal informadas. En una palabra PASIONALES. Y ello porque el periodismo es un oficio de humanos. Y de creativos. Ningún verdadero reportero es un protocolista de notaria. Es un creador. Y la mentira es una herramienta mental, intelectual, no solo de un condenado, sino de un escritor. Negar la mentira en el periodismo es negar la literatura y la poesía que alimentaron el oficio de Garcia Márquez y de Camus, dos grandes reporteros de pestes.
Pero, en la madrugada de hoy, domingo de resurrección, cuando el búho de Minerva me despertó, fui otra vez al Editorial de marras, cuyo link me habían chateado «mis fuentes confiables», porque deseaba despejar el malestar que me había causado la lectura matutina. Y le juro que la halle. Hela aquí.
Usted expresa, con un tufíto de ira de púlpito, que: «Vale la pena preservar una adecuada higiene informativa con fuentes creíbles y reconocidas en vez de tragar entero y reproducir, sin detenerse a valorar la veracidad de una noticia o un mensaje que CUALQUIER PERSONA da a conocer sin respaldo de una fuente reconocida.
Es una OBLIGACIÓN ÉTICA Y MORAL dejar de expandir tantas patrañas y embustes y entender que SÓLO la información veraz, comprobada y confiable, responsable y contrastada, GARANTIZA LA LIBERTAD DE LOS CIUDADANOS»(mayúsculas mías. El Heraldo 4/10/2020).
En esos párrafos suyos esta mi sorpresa con lector libre. Y por ello pregunto y afirmo, con fuente «reconocida»(la constitución política, art 20) lo siguiente, en ejercicio del derecho de respuesta:
1ro. Cómo que «CUALQUIER PERSONA»?. No. Nuestra sociedad es INCLUSIVA (art. 1o.c.p). Y la expresión CUALQUIER es discriminatoria frente a la preposición TODA PERSONA usada en la Constitución (art 20). Y toda persona incluye a EMBUSTEROS como también a editorialistas y moralistas.
2do. Cómo que «SÓLO la información veraz…GARANTIZA LA LIBERTAD DE LOS CIUDADANOS»?. De qué ciudadanos habla?. La libertad es un derecho inalienable de la persona (art.5 c.p). Y ese derecho NO LO GARANTIZA UNA INFORMACIÓN FORMAL, OFICIAL, ESTATAL, o sea la que suministran «fuentes reconocidas».
La garantía de LA LIBERTAD CIUDADANA sólo se la dan los propios ciudadanos, asi sean embusteros o protocolistas de fuentes interesadas. Aquí la editorialista peca por su juicio deontológico, cuando la libertad humana, ciudadana, es una lucha contra dogmas y catecismos.
No dudo en afirmar que el texto editorial, en comento, es inconstitucional a la luz de una interpretación LIBRE del mismo, frente a la norma constitucional comentada. Y con ella creo que esta reflexión de un lector sea publicada en el mismo lugar de su editorial, Sra. Directora. Atte.
Gaspar Hernández Caamaño
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