POR GASPAR HERNANDEZ CAAMAÑO
MI AMOR A LOS LIBROS Y AL CINE.
Soy una persona sola, no un solitario. Y desde mi niñez comence a amar a los libros y al cine. Mi tio Germán, el único hermano de Ma. Caamaño, me llevaba cada noche de los lunes a «la popular»(dos por el precio de una) del extinto teatro Bolívar del barrio «Palacio Plaza» a ver peliculas mudas, en blanco y negro, del cine mexicano. Y aprendí a leer, de la mano de mi madre, en el libro «Alegria de leer». Desde entonces el cine y los libros han habitado conmigo.
En las grandes ciudades del mundo, por ejemplo Bogotá, existen modernas librerias, no solo en los barrios de élite y hoteles, vecinos de salas para «gourmets» del septimo arte. Entonces dónde áquello de la desaparicion de los libros y los cines?. Puro cuento de ignorantes y de seres que no saben soñar y necesitan de siquistras para vivir en paz consigo mismo.
Yo soy feliz yendo a cine, acariciando y comprando libros, ahora para mi nieto. Tengo bibliotecas y una bolsa grande de tela llena de películas que veré cuando ya no pueda caminar hasta La Cinemateca. Sueño tener mi cine en casa. Saben entonces por qué amo los libros y el cine?. Porque me han impedido morir de soledad y me mantienen libre de ser paciente de psicólogas olvidadizas y siquiatras locos. Psicoanalistas mejor no hablo, he leído a Freud. Los libros y los cines perduraran, como el amor, para felicidad de la raza humana.
Cuento esto porque se especula mucho, entre los propagandistas de la cultura digital, que el libro de papel morirá y las salas de cine también. Pero creo que dicho diagnóstico » agorero» no es cierto. Es solo una justificación de los solitarios que se pasan la vida trabajando enfrente de una fría pantalla, sin historias. Les cuento que para mi una sala de cine y una librería son sitios ideales, no solo para soñar, sino para comprender la realidad de la condición humana, habitada también por eso que llamamos Soledad.