Milton Zambrano Pérez
Es válido emplear el concepto crisis para mencionar la coyuntura que ahora atraviesa la Universidad del Atlántico, porque se trata de una situación anormal en que se da la circunstancia de un rector encargado que se atornilló en el poder y no quiere soltar por nada la rectoría.
Es pertinente hacer un poco de historia para entender mejor lo que ocurre ahora en la institución. El señor Castillo llegó al encargo rectoral siguiendo la ruta que normalmente se sigue: postulación y designación de su nombre dentro del Consejo Superior y designación posterior por este organismo para asumir el encargo.
La misión de Rafael Castillo Pacheco al frente de la rectoría era la de garantizar el proceso de escogencia del nuevo rector en propiedad. Pero resulta que, una vez posesionado, este señor decide postularse para competir por la rectoría en propiedad, lo cual crea una situación difícil tanto para él como para los otros aspirantes. Este es el punto de inflexión en que se inicia la coyuntura difícil que ahora padece la Universidad.
La evidencia indica que Castillo Pacheco había fraguado una alianza con sectores políticos internos desde antes de que sacaran a la anterior rectora. En esa alianza participaron algunos sectores de la izquierda universitaria y otros núcleos del espectro político. Hubo un convenio macro para repartirse los cargos más importantes de la institución, y se produjo, además, un intercambio de puestos, contratos y presupuesto por apoyo político. La idea de fondo de Castillo y sus aliados era mantenerse en el poder, haciendo todo lo fuera necesario para lograr ese objetivo.
En consecuencia, el modelo de Castillo Pacheco introdujo desde un principio la politiquería y el clientelismo para poder gozar de cierta gobernabilidad interna y para obtener legitimidad, porque la idea de este señor siempre fue la de apropiarse de la rectoría apoyado en la seudoizquierda politiquera (que es una minoría dentro de la izquierda universitaria). Este objetivo se hizo aún más claro cuando se convirtió en aspirante a la rectoría en propiedad y puso en desventaja a los otros candidatos en las consultas, por el poder derivado del manejo de los puestos y del presupuesto.
El señor Rafael Castillo Pacheco es el responsable directo de haber reintroducido el clientelismo y la politiquería en la Universidad, al entregar contratos por apoyo político a conspicuos miembros del estudiantado (o de los egresados) y al contratar a familiares de varios profesores por motivos politiqueros, aparte de premiar a algunos de estos últimos con dineros y contratos que serán muy difíciles de explicar ante los organismo de control. Para entregar esas prebendas, poco se tuvieron en cuenta los criterios académicos y de excelencia administrativa que deberían primar en una institución como la Uniatlántico.
En consecuencia, el principal causante de la crisis actual de la Universidad tiene nombre propio: Rafael Castillo Pacheco. Para colmo de los colmos, este señor no solo quiere seguir concursando por la rectoría sino que se ha atornillado en el cargo como si fuera rector en propiedad, gracias a las habilidades y a los contactos de los abogados que lo están asesorando.
La crisis tiene como raíz la actitud irresponsable e irrespetuosa de Castillo, que se mantiene aferrado al cargo de forma desesperada. El comportamiento de este señor obedece a dos situaciones: una, su hambre de poder, que le hizo perder todo equilibrio; y dos, los intereses de la seudoizquierda politiquera, que no quiere soltar la presa y que se hará matar por las prebendas que ya recibió y por las que espera recibir.
Rafael Castillo Pacheco y la seudoizquierda politiquera (que, lo repito, es una minoría dentro de la izquierda universitaria) han victimizado a la Universidad del Atlántico, deteriorando sus procesos administrativos y convirtiendo su presupuesto en un barril sin fondo, lo cual la llevará al desastre. Ya un primer informe de la Contraloría Departamental dictaminó que Castillo y los suyos están gastando por encima de lo que le ingresa a la Universidad, tal y como lo mostró un informe técnico presentado a comienzos de este año al Consejo Superior, y como fue analizado por algunos expertos en los medios de comunicación (caso del exconsejero y economista Iván Romero Mendoza).
Pero el señor Castillo y sus aliados dicen que todo está bien y que la crisis es un invento de los medios. Tan aguda es la crisis que el Consejo Superior, pasando por encima de los temores y prevenciones del Gobernador Segebre, decidió reunirse para ventilar un nuevo encargo en la rectoría. El argumento de los consejeros es que la designación del nuevo rector en propiedad está detenida por recursos legales, pero no la escogencia de otro rector encargado que reemplace al recursivo Castillo.
Parece que por esta ruta el Consejo halló la luz para desembarazarse de un funcionario que no tiene la mayoría del Superior, por las razones expuestas en esta columna. Oliendo lo que les espera, Castillo y la seudoizquierda politiquera ya empezaron a preparar el terreno de la nueva lucha: desinformar a la opinión interna y externa dando a entender que no hay crisis y que todo obedece a una persecución de los medios, de los organismos de control y del Ministerio de Educación contra el inefable Rector Castillo y contra los núcleos minoritarios de la izquierda politiquera que le sirven de apoyo.
En la defensa del poder y de las prebendas, de Castillo y de la seudoizquierda cabe esperar cualquier cosa. Estos señores son expertos en manipulación y desinformación y algunos de sus miembros son capaces de convertir a Jesucristo en el peor de los demonios. Si ya nos vendieron a Rafael Castillo como el súper académico, y buena parte de la gente de la Universidad se tragó el anzuelo sin masticar, ¿qué otra barbaridad no serán capaces de vendernos?
¿Castillo el súper académico? Un personajillo que ha vivido la mayor parte de su vida política transitando por las oficinas públicas a nombre de ciertos jefes políticos y partidos ¿es un académico? ¿Dónde está su obra académica? ¿En qué sitios se encuentran sus libros y ensayos? ¿Por qué a Castillo nunca lo hemos identificado en la Universidad del Atlántico como un académico? Este es otro de los mitos de la seudoizquierda politiquera: vender a Castillo como un académico cuando no pasa de ser un político, ahora convertido en politiquero por sus ansias de poder y por el apetito burocrático voraz de la seudoizquierda universitaria.
Como parte de su estrategia desinformadora, el señor Rafael Castillo Pacheco empieza a mostrar una nueva faceta: la de víctima. No fue suficiente para los miembros de su alianza con mostrarlo como el portador de un tremendo modelo de Universidad y como un académico de elevadas calidades. Ahora, al sentir la presión de la crítica y de la denuncia, Castillo y los suyos están empezando a portar la careta de víctimas.
Castillo y su séquito han victimizado a la Universidad, corrompiendo sus procesos administrativos e implementando un modelo clientelista y politiquero que tiene como eje cambiar puestos y contratos por apoyo político. Como ya el periodismo los descubrió y como los organismos competentes han empezado a actuar, la única vía que les queda a Castillo y los suyos es ¡declararse víctimas!
Profesores victimizadores, difamadores y calumniadores; contratados de la administración Castillo vulgares, violentos y pasquineros ¡se están declarando víctimas de persecución! Esta es otra mascarada más, típica de un personaje como Castillo y de unos integrantes de la seudoizquierda universitaria que han degradado la política hasta convertirla en politiquería.
Hay una crisis provocada por la politiquería y el clientelismo en la Universidad del Atlántico. El jefe de la crisis es el señor Rafael Castillo Pacheco. La alianza entre este rector encargado y la seudoizquierda universitaria es la matriz principal de la crisis. Por lo tanto, el comienzo de la salida de esta crisis debe ser nombrar otro rector encargado que garantice condiciones claras en la designación del nuevo rector en propiedad.
No queda otra ruta, porque a Castillo lo tienen atornillado en la rectoría sus propios amigos, a punta de recursos legales dudosos. Unos amigos que se parecen más a los uribistas de lo que ellos mismos quisieran admitir. Porque los uribistas casi desarman la institucionalidad, cometieron delitos contra el erario, persiguieron a los periodistas independientes, a los magistrados y a todos los que osaron oponérseles, y cuando salieron derrotados empezaron a hablar de persecución política y de venganza criminal.
En capacidad de cinismo y de mentir, el señor Castillo y sus aliados de la izquierda politiquera son como hermanos de sangre del uribismo: están reventando el presupuesto de la Universidad, lesionan gravemente la institucionalidad (al provocar una crisis innecesaria y perjudicial) y ahora, para rematar, ¡se declaran víctimas de persecución!
La izquierda politiquera ha matoneado, ha lanzado pasquines a tutiplén para destruir a los opositores y desprestigiar a los medios de comunicación y ahora, después de perseguir a quienes la critican, ¡se declara víctima de una persecución orquestada por quienes no comparten sus métodos corruptos! Parecen una fotocopia de los uribistas, por su falta de valor civil y por tratar de tapar con papel celofán las irregularidades que han cometido.
Ojalá que en su próxima reunión el Consejo Superior pueda retirar del cargo al rector encargado. Este sería el principio de la salida de una crisis generada por el hambre de poder del señor Rafael Castillo Pacheco, y por las ansias de prebendas de una izquierda politiquera que está destrozando a la Universidad del Atlántico.
La institución se merece un gobierno serio que respete los procesos administrativos y académicos y que cuide el dinero de todos como es debido. Castillo y sus amigos han demostrado que solo les interesan sus intereses particulares y que representan un riesgo muy alto para la buena marcha de la institución. Salir de Castillo y sus aliados equivale a liberar a la Universidad de una pesada carga que podría llevarla al desastre.