La consulta universitaria: un ejercicio legítimo de democracia, no un pretexto para la desinformación

Por: Jaime Ivan Borrero Samper 

La consulta universitaria del pasado 2 de octubre no fue un simple trámite electoral: fue la expresión viva de la democracia universitaria, un espacio en el que docentes y estudiantes tuvieron la oportunidad de manifestar, libremente, su visión sobre el futuro de la Universidad del Atlántico.

Fue un proceso ordenado, transparente y vigilado, amparado en el Acuerdo Superior 000023 de 2025, que garantizó igualdad de condiciones y reglas claras para todos los participantes.

Más allá de los resultados , que reflejaron un respaldo mayoritario a la continuidad del doctor Danilo Hernández, lo ocurrido ese día reafirma que la Universidad del Atlántico cuenta con una comunidad consciente, crítica y madura, que entiende que la democracia no se impone con gritos, sino se construye con participación.

«Una consulta legítima, respaldada por toda la comunidad»

Si bien la norma establece que solo docentes y estudiantes ejercen el voto en este tipo de consultas, los trabajadores administrativos y los egresados acompañamos y respaldamos activamente el proceso, no desde el voto, sino desde la convicción.

Lo hicimos porque creemos en la autonomía universitaria, en la estabilidad institucional y en la necesidad de proteger los logros alcanzados en los últimos años: el fortalecimiento académico, la infraestructura, la modernización administrativa y la dignificación del trabajo universitario.

Desconocer la legitimidad de la consulta sería, en consecuencia, desconocer la voz de la comunidad universitaria, que habló con claridad. Las urnas no mienten: el voto estudiantil y docente fue una manifestación libre, no manipulada, y su resultado debe ser respetado como expresión democrática.

«El discurso del odio no tiene cabida en la academia»

Preocupa que, tras el proceso, hayan surgido voces , como la del señor Gary Martínez Gordon, que pretenden deslegitimar la voluntad universitaria con discursos cargados de resentimiento, injurias y amenazas.

Nada justifica la violencia verbal ni la incitación al caos. Quien siembra odio, atenta contra la paz universitaria; y quien intenta convertir la diferencia de ideas en campo de batalla, traiciona el espíritu mismo de la academia.

La Universidad del Atlántico ha vivido etapas difíciles que no pueden repetirse. Hoy, su comunidad anhela construir, no destruir; debatir, no agredir; avanzar, no retroceder.

Y eso solo es posible si entendemos que la crítica debe ser racional, respetuosa y constructiva.

«La comunidad universitaria habló«

El resultado de la consulta no solo ratificó una gestión, sino que validó un proyecto de universidad.

Un proyecto que apuesta por la calidad académica, la inclusión social, la investigación, y la defensa de los derechos laborales y estudiantiles.

Esa es la verdadera victoria: la de una comunidad que, por encima de las diferencias, eligió la continuidad de un modelo que prioriza el bienestar colectivo y la estabilidad institucional.

«La defensa de la institucionalidad es un deber ético«

Defender la legitimidad de la consulta no significa defender personas; significa defender principios.

Significa garantizar que la Universidad del Atlántico siga siendo una institución gobernada por la democracia, no por la desinformación ni la violencia.

El respeto a las reglas del juego es la base de toda convivencia civilizada. Por eso, quienes hoy intentan desacreditar la consulta no están atacando a un candidato, sino a la misma idea de universidad que tanto nos ha costado consolidar.

Hoy, más que nunca, la Universidad necesita voces que unan, no que dividan; líderes que construyan, no agitadores que destruyan.

Porque defender la Universidad del Atlántico no es gritar más fuerte:

es protegerla con inteligencia, con decencia y con verdad.

«Sobre las declaraciones del exsenador César Lorduy»

En las últimas horas, el exsenador César Lorduy ha hecho declaraciones públicas pretendiendo descalificar el resultado de la consulta universitaria y el respaldo mayoritario hacia el rector Danilo Hernández.

Nada más alejado de la realidad y del sentido de responsabilidad institucional que un discurso de ese tipo.

El señor Lorduy, reconocido por su cercanía con sectores políticos tradicionales, intenta ahora desvirtuar un proceso limpio y legítimo, tal vez porque no responde a sus intereses personales ni a los de quienes han visto en la universidad un espacio para la manipulación y el clientelismo.

Pero la Universidad del Atlántico no pertenece a caudillos ni a padrinos políticos: pertenece a su comunidad, la misma que habló en las urnas con claridad y dignidad.

Resulta lamentable que alguien que fue congresista utilice su voz para distorsionar los hechos, insinuando irregularidades donde no las hubo, y promoviendo la división en una institución que lo que necesita hoy es serenidad, liderazgo y visión.

Lo mínimo que se espera de un hombre público es respeto por la verdad y por los procesos democráticos.

La consulta no fue un capricho ni una imposición: fue el cumplimiento riguroso de una norma universitaria, avalada por los organismos competentes.

Y el resultado no se puede interpretar a conveniencia. La comunidad habló, y el deber de los verdaderos demócratas es respetar esa decisión, no manipularla según sus apetencias políticas.

Los universitarios, los trabajadores, los docentes, los estudiantes y los egresados no necesitamos tutelas de quienes nunca han sentido el pulso de la academia.

Sabemos pensar, sabemos decidir y sabemos defender lo que hemos construido.

La Universidad del Atlántico seguirá su rumbo, con la frente en alto, guiada por la legitimidad que le otorgan sus procesos y el respaldo de su comunidad.

Ni la violencia verbal, ni la manipulación política, ni el oportunismo de turno podrán borrar una verdad contundente:

El pueblo universitario habló, y su voz se respeta.

Deja un comentario

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.