Por Gaspar Hernández Caamaño
MEJOR HABLAR DE AMOR
ÉTICA Y ESTÉTICA DEL BUEN AMOR. William Shakespeare, poeta inglés, enseñó: “AMA MUCHO, CONFÍA EN POCOS Y NO HAGAS DAÑO A NADIE». Tal enseñanza encierra, a mi percepción, una ética y una estética de la vida buena, que además es un arte para toda persona que ha aprendido a vivir decentemente. Una ética de la bondad, la selección de la amistad y la estética de los amantes de verdad.
Creo, salvo mejor opinión, que la frase que sintetiza el ideal de un educador, un pedagogo, que solo es aquel que conduce y forma juventudes. Y la recuerdo para interpretar un episodio que calentó redes sociales y opinión pública, cuyo protagonista es el representante legal de una institución estatal de Educación Superior, cuya intimidad sexual ha sido descubierta por incidir en la gestión educativa, generando escándalo.
En Colombia la educación es un servicio público, por tanto un docente, amén de decente, es un servidor público; comprometido, entre otros deberes constitucionales, con la mejor formación moral y debe poseer una reconocida idoneidad ética (arts. 67 y 68 C. P.). Esa es, a mi entender, la perspectiva desde la que se debería juzgar dicho episodio. Y no atenerse a devenir de jueces penales. La conciencia, pública o privada, es juez en la sombra.
El suceso en comento reafirma mi propuesta de La Cátedra del Amor, porque confirma que la buena vida sexual y amorosa debe aprenderse siempre. Y más si se pretende ser educador. Una profesión para no dañar a nadie, confiar en pocos y amar mucho. Un oficio de artistas con ética de lo bueno y estética de lo bello. Todo amor exige mente sana en cuerpo sano. Un arte es amar desnudo de verdad.
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