Por: Jaime Ivan Borrero Samper.
En pleno proceso electoral para la rectoría de la Universidad del Atlántico, la comunidad universitaria se hace una pregunta clave: ¿tiene Leyton Barrios las condiciones para liderar nuestra Alma Mater?
La duda no surge de rumores ni de preferencias personales, sino de hechos concretos. Su paso por la Secretaría de Educación Departamental deja más sombras que luces: resultados preocupantes, ausencia de transformaciones reales y un vacío de liderazgo que hoy genera desconfianza entre estudiantes y profesores.
La voz del estudiantado.
El estudiante de la Facultad de Educación, Javier Hernández, lo expresó sin rodeos en un video que ya circula entre la comunidad universitaria:
“Como secretario de Educación Departamental, su gestión ha sido un desastre. (…) Si como secretario no le aportó a la educación del departamento, ni a la academia ni a la investigación, tampoco lo hará como rector de la Universidad del Atlántico. La rectoría no es un premio, es algo que se gana con esfuerzo, dedicación y liderazgo”.
Este pronunciamiento refleja el sentir de muchos estudiantes que, como futuros docentes, exigen que quienes aspiren a la rectoría tengan trayectoria académica real, resultados verificables y compromiso con la educación pública.
Hechos que preocupan.
Bajo la gestión de Barrios en la Secretaría de Educación Departamental, los indicadores no mostraron avances significativos en calidad, cobertura ni infraestructura educativa. Por el contrario, persistieron problemas estructurales que golpean a miles de niños y jóvenes del Atlántico. ¿Cómo confiar entonces en que podrá impulsar la investigación, la internacionalización y la estabilidad institucional de la Uniatlántico?
Un proceso en entredicho
A este panorama se suma el silencio del Comité Electoral, que aún no se pronuncia sobre la solicitud elevada por SINTRADEUA frente a presuntas irregularidades en la contienda. Ese mutismo mina la transparencia del proceso y deja en evidencia la necesidad de reglas claras y justas para todos los aspirantes.
Reflexión necesaria.
La comunidad universitaria merece un rector que garantice estabilidad, excelencia y progreso académico. No se puede permitir que alguien que ya fracasó en la conducción de la educación departamental repita sus errores al frente de la universidad más importante del Caribe.
La rectoría de la Universidad del Atlántico no es un botín político ni un trampolín personal. Es una responsabilidad que exige resultados, liderazgo y visión académica. Pensar, decidir y actuar será clave en este proceso: la universidad no puede permitirse retroceder.